La elaboración de nuestros vinos comienza en el campo, con una vendimia manual que respeta el punto óptimo de maduración de cada uva. Después de la recolección, las uvas son transportadas a la bodega en pequeñas cajas para evitar el aplastamiento y garantizar su integridad.
Una vez en bodega, empezamos el proceso de vinificación con un enfoque minimalista, respetando al máximo la materia prima. Las uvas son derrapadas y, dependiendo del vino que queramos obtener, se someten a un suave prensado o se dejan fermentar con las pieles, extrayendo los aromas y taninos de forma natural.
Después de la fermentación vendrá la hora del prensado y el trasiego del vino a depósito de acero inoxidable para que se vayan suavizando. De forma que pasarán el invierno en depósito antes de realizar su crianza en barricas de roble.
Crianza en Barricas de Roble Francés: Un Arte de Paciencia y Sutileza.
No es casualidad el uso de roble francés; su grano fino y la sutileza de sus aportaciones aromáticas complementan a la perfección la potencia y mineralidad de nuestros vinos, sin sobrecargar ni enmascarar sus características originales.
Cada bota en nuestra bodega es cuidadosamente seleccionada para que el vino pueda respirar y evolucionar lentamente, permitiendo que los taninos se suavicen y que los aromas complejos se desarrollen. El roble añade notas sutiles de especias, respetando siempre la esencia frutal y mineral de nuestro vino.